Traducción de los poemas de Álvaro Alves de Faria dedicados a San Juan de la Cruz y Eunice Odio
Álvaro Alves de Faria leyendo en el Teatro Liceo de Salamanca el pasado 16 de octubre (foto de José Amador Martín)
De vieja data (más de doce años) es mi relación amical y poética con Álvaro Alves de Faria (São Paulo, Brasil, 1942), uno de los poetas brasileños que más aprecio por la calidad de sus versos y por su actitud ética ante la vida en sociedad. Autor de más de cincuenta libros y con numerosos premios relevantes recibidos, Faria trajo a Salamanca dos poemas como ofrenda a los dos poetas homenajeados por el XXII Encuentro de Poetas Iberoamericanos: san Juan de la Cruz y Eunice Odio, de quien se celebró el primer centenario de su nacimiento.
Aquí les hago conocer los poemas en su redacción original y en la versión que hice al castellano.
POEMA PARA SÃO JOÃO DA CRUZ
Ando pés descalços sobre as pedras de ferimentos
para sentir o poema que faço,
sacerdote de mim em busca da poesia,
o coração místico
que se abre e faz doer a vida
por viver ainda,
por plantar ainda,
por chorar ainda,
por calar ainda
e ainda por atravessar as sombras.
Mas eu sei que a poesia leva a Deus,
essa poesia que ilumina,
a luz própria da vida que revelam meus pés
a caminhar passos em Salamanca
e tantos outros lugares que ocuparão meus dias,
minha vida de caminhante
sempre à procura de estar em mim,
meus pés descalços
meus pés descalços
meus pés descalços
um risco de sangue entre os dedos,
os ferimentos que se abrem
à porta da Companhia de Jesus,
que deixo correr
com as águas dos rios
na Ordem Carmelita
para que enxugue as celas
que me habitam
e me afligem.
O espírito aprendeu a esperar seu momento,
esse de andar, andar, andar, andar sempre em tudo
e descobrir os mistérios e as buscas do coração,
os cervos que correm nas planícies,
as noites perversas
e a luz que se mostra entre as camponesas
a colher palavras
de uma poesia escrita por um poeta de Deus,
esse que se mostra na inteira noite que cobre tudo
e se ilumina no cântico
à vida que trago na bolsa de silêncios,
mas a palavra haverá de viver nas bocas,
nas ausências,
no que se desespera,
no que se perde,
no que se busca.
Sempre haverá
essa luz
na mais profunda escuridão.
Retrato de San Juan de la Cruz, de Miguel Elías
POEMA PARA SAN JUAN DE LA CRUZ
Ando con pies descalzos sobre las piedras de las heridas
para sentir el poema que hago,
sacerdote de mí en busca de la poesía,
el corazón místico
que se abre y hace doler la vida
por vivir todavía,
por plantar todavía,
por llorar todavía,
por callar todavía
y todavía por atravesar las sombras.
Pero yo sé que la poesía lleva a Dios,
esa poesía que ilumina,
la luz propia de la vida que revelan mis pies
caminando pasos en Salamanca
y tantos otros lugares que ocuparon mis días,
mi vida de caminante
siempre a la búsqueda de estar en mí,
mis pies descalzos
mis pies descalzos
mis pies descalzos
un trazo de sangre entre los dedos,
las heridas que se abren
a la puerta de la Compañía de Jesús,
que dejo correr
como las aguas de los ríos
en la Orden Carmelita
para que me enjuague las celdas
que me habitan
y me afligen.
El espíritu aprendió a esperar su momento,
ese de andar, andar, andar, andar siempre en todo
y descubrir los misterios y las búsquedas del corazón,
los ciervos que corren en las planicies,
las noches perversas
y la luz que se muestra entre las campesinas
cogiendo palabras
de una poesía escrita por un poeta de Dios,
ese que se muestra en la noche plena que cubre todo
y se ilumina en el cántico
a la vida que traigo en la bolsa de silencios,
pero la palabra habrá de vivir en las bocas,
en las ausencias,
en lo que se desespera,
en lo que se pierde,
en lo que se busca.
Siempre habrá
esa luz
en la más profunda oscuridad.
Eunice Odio, por Miguel Elías
POEMA PARA EUNICE ODIO
Vem e arranca de mim tua alegria da manhã,
com as mãos que sabem juntar os pedaços de minha alma,
porque tudo pode ser perder
nesse abrir os braços e rodopiar na ciranda do tempo,
o que guardo em mim como um animal noturno,
aquele que se busca nas palavras de tantos poetas,
esse verso lírico de São João da Cruz,
esse poema de Florbela Espanca que me desvenda,
essa palavra de tantos poetas que me habitam
e me conduzem o espírito errante
para o estado lírico da poesia.
Sou mulher e abro em mim as portas e as janelas,
assim como abro a vida a esse amor que me acolhe
e me faz descobrir cada vez mais o corpo que me guarda,
que me faz viver o que desejo,
meu sexo como o pássaro que me habita
e voa em mim
o que me quero e me renasce a cada instante.
Vem e me pega à relva molhada da noite
em que te busco em meus arredores,
vem e vive em mim essa vida que não se contém
e me desperta para o me faz viver
a caminhar em mim com passos das distâncias
em que me encontro.
Haverei de sonhar sempre
e haverás de sonhar comigo
todos os destinos que desconheço,
as noites perdidas
que tenho nas paredes que me prendem
e me fazem lembrar de mim.
POEMA PARA EUNICE ODIO
Ven y arranca de mí tu alegría de la mañana,
con las manos que saben juntar los trozos de mi alma
porque todo se puede perder
en este abrir los brazos y girar en la espiral del tiempo,
lo que guardo en mí como un animal nocturno,
aquel que se busca en las palabras de tantos poetas,
ese verso lírico de San Juan de la Cruz,
ese poema de Florbela Espanca que me descubre,
esa palabra de tantos poetas que me habitan.
Soy mujer y abro en mí puertas y ventanas,
así como abro la vida a ese amor que me ampara
y me hace descubrir cada vez más el cuerpo que me guarda,
que me hace vivir lo que deseo,
mi sexo como el pájaro que me habita
y vuela en mí
lo que quiero y me renace a cada instante.
Ven y cógeme en la hierba húmeda de la noche
en que te busco en mis alrededores,
ven y vive en mí esa vida que no se contiene
y me despierta o me hace vivir
caminando en mí con pasos de las distancias
en que me encuentro.
Habré de soñar siempre
y habrás de soñar conmigo
todos los destinos que desconozco,
las noches perdidas
que tengo en las paredes que me aprisionan
y me hacen recordar de mí.
Traducciones de A. P. Alencart
Alfredo Pérez Alencart y Álvaro Alves de Faria en el Colegio Fonseca de la Usal (Foto de Jacqueline Alencar)
La poesía como misión. Opinión de Alves de Faria sobre "Encumbra tu corazón"
Alfredo Pérez Alencart y Álvaro Alves de Faria , en el Colegio Fonseca de la Usal (foto de Jacqueline Alencar
Expreso mis gratitudes a ese poeta-poeta llamado Álvaro Alves de Faria. Y lo hago por sus palabras en torno a mi último librito, las mismas que salieron publicadas, en portugués, en CALIBAN, revista portuguesa de literatura y artes. Aquí el enlace para quien desee leerlo en la lengua de Camoens:
ALFREDO PÉREZ ALENCART: LA POESÍA COMO MISIÓN
Hay poetas que tienen un tema permanente desarrollado en su poesía, siempre volcado a la vida del hombre y a la solidaridad entre las personas. En prácticamente todos los poemas de la obra de poetas así se encuentra siempre esa señal que acaba de determinar toda una trayectoria de vida y en la Literatura. Es el caso del poeta peruano-español Alfredo Pérez Alencart, profesor de la Universidad de Salamanca, España.
Su libro “Encumbra tu corazón” fue publicado en italiano con el título “Innalza il tuo cuore”, traducción del poeta italiano Beppe Costa, que tiene una obra poética significativa en Italia. Con ilustraciones del pintor Miguel Elías, de Salamanca, e y presentación del poeta y narrador italiano Gianni Darconza, profesor de Literatura y Cultura Española y de Literatura Comparada en la Universitá degli Studi di Urbino Carlo Bo, este libro está compuesto de poemas de bella elaboración literaria y un mensaje que habla al hombre y al mundo que lo cerca, actualmente un universo en que las salidas son pocas.
Alfredo Pérez Alencart es autor de vasta obra poética, con libros siempre recordados, como “Madre Selva” (2002), Hombres Trabajando” (2007), “Cartografía de las revelaciones” (2011), “Los éxodos, los exilios” (2015), “Ante el mar, callé” (2017), y
Muchos otros publicados en varios países. Una poesía memorable en un tiempo en que casi todo es efímero y se pierde en el inmenso vacío que representa casi todo en los días que corren, cubiertos de una brutalidad que se extiende.
Desde el comienzo, el poeta hace una advertencia al lector: “Digamos/ que habitamos una tierra ardiente/ llamada Poesía”. Sí, tal vez sea posible soñar con un violín amoroso, con sus notas oídas en todo el mundo. Y que las palabras sean el sol en nuestras vidas. Pensemos que en el principio era la Poesía que nos nutría y nos alcanzaba y que así pasábamos los tiempos y las huellas de los milenios. Mientras tanto, quedémonos tan sólo en el sueño. Lo que ya es mucho por hoy hasta el sueño está perdido entre los desencantos.
Gianni Darconza observa que la poesía de Alencart puede ser considerada religiosa, espiritual, en el sentido más profundo de la palabra, frente al materialismo dominante en un mundo cada vez más adverso. Un mundo de puertas cerradas. Donde casi todo desaparece en una inmensa nube de infortunios. Darconza recuerda al poeta Antonio Machado, para señalar que “quien habla solo espera hablar a Dios un día”. Esta poesía permite que las personas miren dentro de sí mismas, hacia el corazón, en busca del espíritu eterno de las cosas.
Alencart y Darconza en Rumanía (foto de Jacqueline Alencar)
El poema que da título al libro “Eleva teu coração”, traducido al portugués por David de Medeiros Leite, nos lleva a ese instante de solidaridad en que el poeta habla al hombre con la palabra de un sentimiento que difícilmente existe actualmente, ya que el mundo se transforma en todo momento, siempre para peor. Surge entonces una voz como si el poeta fuese, en verdad, un profeta hablando en los desiertos del alma, como si así fuese su misión, es decir, la misión de la poesía al servicio del hombre y de la vida casi siempre envueltos en la oscuridad de un tiempo de perversidades.
Encumbra tu corazón
y deja que sienta
crucifixiones.
También el sentir
es una espada rebelde,
si hace falta.
Encúmbralo lejos
del arrabal de la fama
y del escuadrón
de los malvados.
Más expuesto estará
el día de la pena
o si tiembla de deseos.
Encumbra tu corazón
para que el mundo
no te cuelgue
sus velocísimos ruidos.
El poeta Alfredo Pérez Alencart dice en uno de los poemas que pujantes son los deseos cuando navegamos hacia el amor. Pero que cada crepúsculo suceden los naufragios. No obstante, es necesario seguir en busca de un mundo mejor donde se pueda encontrar la palabra de la fe. Esa palabra en la que el poeta se arrodilla clamando esa paz deseada por los hombres. El poeta recuerda a las almas heridas. Siempre existirán almas heridas. Dice que mientras un ojo despierta, el otro desea dormirse magnetizado ante la vida. Y es esa vida que se busca, plena en sí misma, grandiosa como debe ser. El poema “¿Dónde están los otros?”, recuerda esas heridas, además de las ingratitudes y las súplicas cotidianas:
Me hablabas en futuro
porque sabías
lo que pasaría en realidad.
La gratitud
de los labios suele
mermar deprisa
y las súplicas
dejan paso a las
ingratitudes.
Como pocos son
los que vuelven atrás,
mañana
tampoco vendrán a ti
los nueve que faltan.
Yo soy
quien ahora repite
el acto agradecido
del leproso extranjero.
Son pasajes bíblicos recordados por un poeta que no olvida el milagro y vuelve para agradecer. Lo que no olvida. Aquel que está siempre encaminado a la bienaventuranza con un gesto tierno y abarcador. Aquel que no olvida la solidaridad entre los hombres, el que siembra y, por lo tanto, tiene el derecho de cosechar lo que sembró, tejiendo puentes hasta el corazón del otro, sin romper las generaciones: “Le seduce la vida,/ apenas amparado por Palabras/ que guardan memoria/de estrellas y voces amadas”. El poeta Alencart sabe que nunca ningún almanaque mostrará la grandeza del amor, aquel que crece y resucita en las mañanas de él mismo o de los que todavía están por llegar. Aquellos que deben llegar a esa embarcación que atraviesa el mar, aquellos que lanzan la red en las aguas y tienen los peces necesarios para vivir.
Beppe Costa leyendo poemas de Alencart en Maghar-Galilea, con Margalit Matitiahu y Stefania Battistella (foto de Jacqueline Alencar)
El poeta italiano Bepe Costa comenta en esta obra la trayectoria de Alfredo Pérez Alencart, que nació en Puerto Maldonado, en Perú, el año 1962, observando que los poemas de Alencart son una misericordiosa mirada para quienes están marginados delante de las palabras del silencio que pesa sobre ellos. Un poeta de sensibilidad aguda, agradecido a quien le dio la vida. Un poeta de la palabra. De la vida que es vivida. Pocos son los autores —poetas o escritores— que actualmente se asemejan a él, especialmente en lo que dice respecto al humanismo y a la esperanza, por la cual lucha a cada minuto de su tiempo.
En un pequeño libro publicado ee São Paulo, Brasil, “Onde estão os outros?”, en 2019, Alfredo Perez Alencart afirmó que la poesía repara la existencia. La poesía es reflexión, el ofício de los que resisten. El poeta sabe lo que dice con su palabra. Está en lo cierto. De los que resisten, como él, delante y dentro de un mundo que perdió sus valores, cada vez más distante de la humanidad. A lo largo de los anos, Alencart construyó una obra de profunda solidaridad, de generosidad, en busca de una espiritualidad cada vez más ausente. La poesía es la búsqueda de lo que se perdió, una peregrinación entre las palabras para encontrar el mensaje necesario. El poeta no desea la libertad en una ceremonia solemne, repleta de aplausos. No. Desea, sí, la libertad que está dentro del propio hombre. Y así va a la memoria de sí mismo, hacia una poesía colectiva, como afirma en su poema “Recuerdos”:
A otros desesperan
los calendarios rapidísimos
y las emboscadas
en sus cuerpos, en sus
rostros…
Yo no desaparezco
porque atesoro recuerdos,
puertos de donde partí
y a donde llegué,
parientes y amigos
encarnados en los abrazos,
instantes que flamean
eternos.
Que nadie me culpe
por la pasión con la que
repito
mis recuerdos.
Plaquette con poemas de Alencart, publicada en Brasil con traducción de Alves de Faria
Este “Encumbra tu corazón” es la palabra de un poeta caminante con la fe de los que andan por los desiertos. En un tiempo en que el perdón desapareció del paisaje existencial, dando lugar a las heridas más profundas, la poesía de Alencart, al lado de su Jacqueline, camina entre las piedras con las sandalias de los que tienen la palabra como apoyo fundamental para la vida. El mensaje está vivo; no desapareció en el mar de la increencia. Alencart señala que “el tiempo no envejece el silencio de los inocentes”. Se refiere a los que fueron, y todavía son, marginados por un sistema que pertenece a unos cuantos. Es un libro que enaltece la vida. Y también la Poesía. Una poesía en defensa del hombre. Esa poesía que es cultivada siempre por los grandes poetas necesarios para el mundo. Así es la poesía de Alfredo Pérez Alencart, traducido a más de cincuenta idiomas: Una palabra para los que necesitan oír.
***
Álvaro Alves de Faria (São Paulo, Brasil, 1942), es una de las voces esenciales de su país, donde ha recibido dos Premios Jabuti (los más prestigiosos de Brasil) y tres premios de la APCA por su dedicación al libro en sus vertientes de periodismo cultural y crítica literaria .Como poeta, los más recientes galardones otorgados han sido el “Premio de Poesía y Liberdad Alceu Amoroso Lima” (Río de Janeiro, 2018) y el “Premio Guilherme de Almeida de Poesía” (São Paulo, 2019). El poeta es autor de más de 50 libros en Brasil, especialmente en poesía. También es autor de obras de teatro y periodismo. Otros 21 libros los ha publicado en Portugal, además de los 8 aparecidos en España. Alves de Faria se considera un militante de la poesía desde los tiempos de El sermón del Viaducto, en los años 60, cuando realizó 9 recitales en el Viaducto do Chá, en São Paulo, con micrófono y cuatro altoparlantes. Por este motivo fue detenido cinco veces por la Policía. El Sermón del Viaducto acabó siendo prohibido. Hacia finales de los 70 la censura también prohibió su libro 4 Cantos de Pavor y Algunos Poemas Desesperados. En los años 80 su obra de teatro Sálvese quien pueda que el jardín se está incendiando, que recibiera el Premio Anchieta de Teatro, en su momento uno de los más importantes de Brasil, también fue prohibida de llevar a escena durante ocho años. En 1969 el poeta estuvo preso durante 11 meses como subversivo y por dibujar los carteles del entonces Partido Socialista Brasileño. Tres años después recibió un disparo en el oído, cuya bala todavía está alojada en su cabeza, como herencia de la dictadura militar brasileña. Fue homenajeado por el Encuentro de Poetas Iberoamericanos del año 2007, publicándose un antología suya titulada “Habitación de Olvidos”.
Alves de Faria en Salamanca, grabando su voz para la Fonoteca de Poesía Contemporánea
(Foto de Roberto Rodes)
‘Poema para Diego de Torres Villarroel’, de Álvaro Alves de Faria, traducido al castellano
El poeta Álvaro Alves de Faria en octubre de 2007, recibiendo el diploma de Huésped Distinguido de Salamanca (foto de Jacqueline Alencar)
Dejo conocer la traducción que hice del poema escrito por Álvaro Alves de Faria (São Paulo en 1942), uno de los más notables poetas brasileños actuales y quien el pasado 5 de diciembre recibió el importante ‘Premio Poesía y Libertad Alceu Amoroso Lima 2018’, por el conjunto de su obra poética. El poeta es autor de más de 50 libros en Brasil, especialmente en poesía. También es autor de obras de teatro. Otros 19 libros los ha publicado en Portugal, además de los 7 aparecidos en España. Alves de Faria se considera un militante de la poesía desde los tiempos de El sermón del Viaducto, en los años 60, cuando realizó 9 recitales en el Viaducto do Chá, en São Paulo, con micrófono y cuatro altoparlantes. Por este motivo fue detenido cinco veces por la Policía. El Sermón del Viaducto acabó siendo prohibido. Hacia finales de los 70 la censura también prohibió su libro 4 Cantos de Pavor y Algunos Poemas Desesperados. En los años 80 su obra de teatro Sálvese quien pueda que el jardín se está incendiando, que recibiera el Premio Anchieta de Teatro, en su momento uno de los más importantes de Brasil, también fue prohibida de llevar a escena durante ocho años. En 1969 el poeta estuvo preso durante 11 meses como subversivo y por dibujar los carteles del entonces Partido Socialista Brasileño. Tres años después recibió un disparo en el oído, cuya bala todavía está alojada en su cabeza, como herencia de la dictadura militar brasileña.
Como agradecido Huésped Distinguido de Salamanca, Alves de Faria siempre tiene presente a la ciudad y a los suyos, como en este caso con Diego de Torres Villarroel, a quien dedica el poema que trasvasé al castellano.
POEMA PARA DIEGO DE TORRES VILLARROEL
Soy un bailarín del disfrute
a la búsqueda del caos establecido,
ese que desgobierna la vida
con la bandera de la anarquía posible de vivir.
Mi guitarra es de aullidos de lobos antiguos,
los que están muertos en las montañas lejanas
apartando con las manos los espíritus
que afligen la vida de los que no saben.
El Gran Piscator Salmantino
transitó las calles de Salamanca
como un ser de la nada,
aquel que rompe las reglas de la buena costumbre.
Heme aquí entero, escribiendo repugnancias,
el mundo no es eso que pisa mi paso titubeante,
soy el torero de los fantasmas
y el médico de los que ya murieron.
Debe existir otra cosa que no sé,
sacerdote que soy de lo que se destruyó
en esa música de guitarras con cuerdas rotas
en este tiempo en que nada está en el lugar.
Los pasillos de la Universidad me silencian
por dentro un silencio que desconozco
y olvido ser el vándalo de todo
para poder reírme de mí mismo.
Estatua de Torres Villarroel (foto de Jacqueline Alencar)
POEMA PARA DIEGO DE TORRES VILLARROEL
Sou um bailarino do ócio
à procura do caos estabelecido,
esse que desgoverna vida
com a bandeira da anarquia possível de viver.
Minha guitarra é de uivos de lobos antigos,
os que estão mortos em montanhas distantes
retirando com as mãos os espíritos
que afligem a vida dos que não sabem.
El Grand Piscador Salmatino,
caminho as ruas de Salamanca
como um ser do nada,
aquele que rasga as regras do bom costume.
Eis-me inteiro escrevendo repugnâncias,
o mundo não é isso em que piso meu passo incerto,
sou o toureiro dos fantasmas
e o médico dos que já morreram.
Deve existir qualquer coisa que não sei,
sacerdote que sou do que se destrói
nessa música de cordas quebradas de guitarras
neste tempo em que nada está no lugar.
Os corredores da universidade me silenciam
por dentro um silêncio que desconheço
e esqueço ser o vândalo de tudo
para poder rir-me de mim mesmo.
Álvaro Alves de Faria y Alfredo Pérez Alencart, en el Colegio Fonseca de la Universidad de Salamanca (2018. foto de Jacqueline Alencar)