Prefácio e poema-epílogo do poeta peruano-espanhol Alfredo Perez Alencart, que selecionou e traduziu os poemas da Antologia “Habitación de Olvidos”, publicada em Salamanca, Espanha, pela EDIFSA, edição elaborada pela Fundación Camino de la Lengua Castellana – Ministério de Cultura – e lançada durante o X Encontro de Poetas Iberoamericanos, em 2007, promovido pela Fundación “Salamanca, Ciudad de Cultura”, evento nesse ano dedicado ao Brasil e que teve como homenageado o poeta Álvaro Alves de Faria.
Para presentar al poeta
ÁLVARO ALVES DE FARIA
No conozco personalmente a este excelente poeta brasileño, pero –en poesía– poco deben importar las relaciones subjetivas. Viejos recortes de prensa parecen certificar que nació en São Paulo el año 1942. Así será, pero tal circunstancia no es relevante. Está traducido a varios idiomas e incluído en antologías brasileñas, latinoamericanas, japonesas, croatas o portuguesas: bien, pero eso no es suficiente, pues tantos lo están sin aportar savia alguna. En poesía ha recibido los más importantes premios de su país, además del prestigioso Premio “Jabuti” de Prensa, por su labor como crítico literario. También están el Premio Anchieta de Teatro o sus novelas, algunas llevadas al cine. Tampoco deben despistar nuestra atención esas cinco detenciones que le hiciera la policía del régimen militar, a mediados de los años sesenta, por considerarlo subversivo, trás leer sus Sermones en una transitada avenida de su gran urbe. Pero ahí está el coraje del poeta que necesita decir lo que siente, aunque le arrebaten su libertad…
Tantas cosas atractivas, pero externas a la propia poesía: aquí y ahora; allí y mañana, lo único destacable es la obra que ha escrito y publicado durante más de cuatro décadas, desde Noturno Maior (1963) hasta Babel (2007), pasando por Tempo final (1964), O sermão do viaduto (1965), 4 cantos de pavor e alguns poemas desesperados (1973), Em legítima defesa (1978), Motivos alheios (1983), Mulheres do Shopping (1988), Lindas mulheres mortas (1990), O azul irremediável (1992), Pequena antologia poética (1996), Gesto nulo (1998), 20 poemas quase líricos e algumas canções para Coimbra (1999), Terminal (1999), Vagas lembranças (2001), Poemas portugueses (2002), A palavra áspera (2002), À noite, os cavalos (2003), Sete anos de pastor (2005), A memória do pai (2006), Os melhores poemas (2006), Bocas vermelhas-poemas para um recital (2006) y, finalmente, Inés (2007).
Cuando recibí el volumen Trajetória poética, su obra reunida publicada en 2003 por la editorial Escrituras (Premio al mejor libro de poesía 2003, de la Asociación Paulista de Críticos de Arte), pude confirmar lo avanzado por el poeta Jorge Fragoso. Una vez leído de atrás para adelante, me convencí de la necesidad de traducirlo al español. Traducir por necesidad espiritual es recuperar cierta voz que te hacía falta para modular la tuya, para balancear dimensiones aliadas, tanto en la vida obstinadamente breve o en la muerte que nos sobra por siempre. He demorado poco traduciendo estos versos de Faria, porque lo hice saboreando su valor, cuidando ritmos y sentidos. Leamos, para comenzar, su texto titulado “Poesía”:
Por la fina cuchilla que me mira la poesia no es lo que de ella se espera.
Por el marco que me observa
del revés de ese rostro
la poesía no es lo que de ella se dice.
Por la cara nítida de esta página
no es la poesía
lo que de ella se afirma.
Por el corte de este tiempo
que no cesa
no es la poesía
lo que de ella se adivina:
ese juntar palabras
en el vacío del significado.
Trajetória poética acoge, en sus 654 páginas, las lentas agonías que se extienden por la dermis de Álvaro Alves de Faria: en ella está la obra de um poeta auténtico que quiebra el cristal de la ventana para que salga su universo y se note menos su ausencia, su lucha contra el tiempo. Allí está la soledad que se empoza en cualquier ser humano, la conciencia en vigília para reflejar cómo se despeñan las esperanzas. Hay en todos sus textos um inventario de desgarros, una voz poderosa que refleja el exilio interior y exterior de un hombre con vocación universal, de un “sentidor” que vuelve los ojos hacia dentro de nosotros para hacernos entender las noches desplomadas y las demás máscaras del día. Los versos que transpira y escribe Faria son para leerlos como lo hizo el recordado Jorge Amado:
“… Puedo decir que volví a mí, de las tinieblas del miedo, de la amenaza, del terror, con la lectura de sus poemas. En esta poesía encontré la respiración cuando llegaba de la asfixia y de la muerte” (1978).
Les presento a un poeta del exilio, como todos los magníficos poetas que en el mundo han sido, son y serán. Y he querido hacerles esta presentación traduciendo y ordenando su poesía: Habitación de olvidos, que es una antología de buena parte de sus libros publicados, incluidos algunos poemas inéditos, bien puede considerarse como un libro nuevo, pues existe unidad temática y un mismo voltaje entre los poemas escritos a lo largo de 45 años, desde 1962 hasta los inéditos recientes. Faria nos trasmite el dolor que su inteligencia ha sabido parir emocionadamente. Él parece querer apagar los puntos de ignición, como se desprende de un brevísimo poema inédito, titulado “Final”, que gentilmente envió para esta antología salmantina:
Pongo fin a la vida,
en legítima defensa.
No sé del alcance de sus deseos, máxime después del homenaje iberoamericano, bálsamo importante para cualquier poeta sabedor que su poesía ha sido la única carta de recomendación aquí aceptada.
A. P. A.
POEMA-EPÍLOGO
PARA UN BRASILEÑO UNIVERSAL
ÁLVARO,
has regenerado tu cuerpo con las células
que a ti transmigraron desde viejos profetas
cuyos ojos te permiten ver la tragedia del hombre,
la destrucción de los sentidos o el roce del tiempo
como una espina que no siente la muchedumbre.
Esta habitación será tu íntimo despeñadero.
Aquí mostrarás el corazón de los desgarros;
aquí otros pondrán sus manos sobre tu vida
en constante actitud de moribundia;
aquí la espera será afilada porque no habrá ternura
manando desde vehementes soledades.
Yo he traducido tus mundos oscuros,
Álvaro Alves de Faria, tus recordados olvidos
para el monólogo del ser que sufre
a golpe de abandonos.
Algún milagro amplifica tu voz
que ningún cuchillo puede rebanar,
aun cuando la vida contenga remolinos de dolor
y exhale ácido si abres sus ventanas.
Yo fui el taxista que te recogió
en la Plaza San Martín un día de garúa
que se transforma siempre.
¡Revisa tus negativos y no me olvides,
montado sobre el caballo de Bolívar,
bajo el cielo ceniciento de Lima!
¡Tiéndete bajo la noche del mañana,
perfectamente armado con este sol de hoy,
profeta que vas clamando tu sermón
entre el silencio eterno de la gente!
¡Hospitalízate con velas solitarias
y con todos tus vértigos simultáneos!
¡Envuelve tu cuerpo en este papel
para que nuevos ojos te vean vivificado,
presintiéndote en otro idioma
o caminando por las viejas calles de Salamanca,
aunque tú estés en Brasil y nunca hayas venido
a hablar cara a cara con el capitán de los rebeldes,
el viejo Don Miguel!
Todos somos tú:
todos participamos en la revuelta
y todos fuimos hechos
prisioneros de la memoria,
de la vida
o
de
la
mu
er
te.
Julio y en Tejares (2007)
A. P. Alencart